Nací una calurosa mañana de agosto de 1965 en la maravillosa ciudad de Córdoba, multicultural donde las haya. Crecí en plena naturaleza en una finca donde mis padres ejercían de maestros. Hasta los seis años vivo rodeada de charcas con ranas y juncos, gusanos de seda y una gran morera que los alimentaba con sus hojas, buscando espárragos y jugando con los demás niños que vivían allí.

Por suerte, el traslado fue a otro lugar en la bonita sierra cordobesa también rodeada de naturaleza. Un enorme colegio con internado donde trascurren los que considero de los años más felices de mi vida.

A los 13 años conozco al que es, hasta hoy, mi compañero de vida. Tenemos dos hijos excepcionales y un precioso nieto.

Si tengo que definirme en cinco adjetivos diría que soy una persona honesta, responsable, leal, educada y algo impulsiva. El sentido del humor es mi bandera. Me gusta leer desde que tengo uso de razón. No concibo la vida sin sumergirme en un libro cada día por poco rato que sea. Me encanta escribir cómo forma de plasmar todo lo que se me pasa por mi activa cabeza. De dar salida al torbellino de emociones y sentimientos que bullen dentro de mí.

Me apasiona la naturaleza, el baile flamenco, el tenis, el senderismo, la bici de montaña, patinar y he hecho dos veces el camino de Santiago.

Soy un ser social y tengo la fortuna de tener montones de amigos con los que me encanta hablar y compartir momentos.

Por avatares del destino estudio Ciencias Químicas, aunque mi verdadera pasión es la historia y la literatura. Una carrera muy interesante de la que solo ejercí 3 meses. Lo mío no era hablarle a los tubos de ensayo, las muflas o las pipetas, sobre todo, porque no me contestaban.

Paralelamente estudio en el Conservatorio Superior de Música y en la Escuela de Arte Dramático y Danza de Córdoba para aprender guitarra y baile.

Tras la etapa de crianza de mis dos hijos y pasar la crisis de los 40 empiezo a dar rienda suelta a todo lo que me apasionaba y no había podido dedicarme plenamente.

Un ocho de diciembre, día de mi santo, me autorregalo la aventura de que vea la luz un libro de relatos cortos y microrrelatos que publico materializando así un sueño. Su título “Pinceladas de ámbar.” Se trata de una recopilación de relatos que había ido escribiendo a lo largo de los años y tenía dispersos en todo tipo de formatos y soportes.

Con anterioridad los alumnos de un taller de escritura de la Biblioteca Central publicamos entre todos un libro que titulamos “Historias de la Central”.

Paralelamente doy rienda suelta a mi creatividad publicando, en el blog de una revista digital “Sukigonbee” en la sección de “Escritura emocional”, tips, consejos y pequeños relatos con el objetivo de animar y ayudar a todas las personas a que compartan conmigo la pasión por la escritura.